La semana pasada tuve el gran privilegio de asistir a mi primer congreso de la Asociación Latinoamericana de Cuidados Paliativos. Habiendo trabajado en cuidados paliativos en casi una docena de países de todo el mundo, estaba ansioso por conocer acerca de los logros y desafíos de este tipo de servicio de salud en la región. Me alegra hoy poder compartir con ustedes algunas impresiones.
En primer lugar, me puso muy contento el ver que tantos países de la región cuentan con una legislación que otorga a la gente un derecho de acceso a los cuidados paliativos. Estas protecciones legales no son perfectas: no existen en toda la región, en algunos países sólo existen para los pacientes con cáncer y muchos pacientes, especialmente los más pobres, tienen poco acceso a las instancias legales para hacer valer su derecho. Pero estas protecciones legales contra el abandono son de elevada importancia, siendo que las mismas faltan casi por completo en los países europeos del este, africanos y asiáticos en los que he trabajado.
Creo que debemos trabajar duro para asegurarnos que estas protecciones legales se conviertan en universales en la región y que sean inclusivas y aplicables. Puede que haya un poco de ayuda en camino: es probable que la Organización de los Estados Americanos (OEA) adopte una nueva Convención sobre los derechos de las personas mayores este año. Junto con Liliana de Lima, Eva Duarte y Rolando Larin, hemos defendido con éxito la inclusión de disposiciones fuertes sobre los CP en el proyecto, incluyendo la integración de los mismos en los sistemas de salud, la educación en cuidados paliativos, la disponibilidad de medicamentos y la legislación acerca de voluntades anticipadas. La adopción de la Convención haría de América la primera región del mundo en tener un derecho jurídicamente vinculante a los cuidados paliativos en el derecho internacional.
En segundo lugar, los años de trabajo sobre la reglamentación farmacéutica han hecho que me interese particularmente en aprender acerca de la accesibilidad a opioides en la región. En algunos países, dichas reglamentaciones continúan siendo muy restrictivas, lo cual resulta en el muy bajo consumo de analgésicos opioides. Ciertos países, como Colombia, han implementado innovaciones para mejorar el acceso a opioides. Pero incluso en estos países existen todavía obstáculos normativos importantes que complican la accesibilidad de los pacientes a estos fármacos Se necesita más promoción para reformar los antiguos sistemas y para afinar los más nuevos.
Por último, yo estaba muy interesado en aprender acerca de los modelos de integración de los cuidados paliativos en los servicios primarios de salud. En América Latina, como regla general, los cuidados paliativos se desarrollan por primera vez en hospitales de tercer nivel, tales como los hospitales dependientes de los Institutos Nacionales de Cáncer. Sin embargo, los pacientes con mucha frecuencia viven lejos de estos hospitales, siendo el viaje una carga importante para ellos. Para asegurar la mejor calidad de vida, tenemos que traer la atención cerca-o en-sus hogares. En el Congreso hubo un importante consenso de que éste es el camino a seguir y aprendí de algunos modelos prometedores, pero también me resultó evidente que en la mayoría de los países el cuidado paliativo primario en el hogar sigue siendo más la excepción que la regla. Con el aumento del número de pacientes debido al envejecimiento de la población y la creciente prevalencia de las enfermedades no transmisibles, el desarrollo de los cuidados paliativos cerca del hogar de los pacientes debe ser una de las principales prioridades de la comunidad en Latinoamérica.
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